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Un camino humilde hacia la santidad. Página del Vicepostulador de la Causa de Fray Leopoldo
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Señor, dame el pan cotidiano para ir adelante.
“Señor, dame el pan cotidiano para ir adelante. Señor, sáciame con tu presencia.”
Una fiesta que celebra el amor hecho alimento
La Iglesia celebra hoy con gozo la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, conocida tradicionalmente como Corpus Christi. Es una fiesta que pone en el centro el milagro cotidiano de la Eucaristía, ese don sagrado en el que Cristo se queda con nosotros de forma real, viva y permanente bajo las especies del pan y el vino.
Celebrar el Corpus Christi es adentrarse en el misterio del amor de Dios, que no se conforma con contemplarnos desde lejos, sino que se entrega como alimento, se parte, se reparte, se deja consumir.
Fray Leopoldo y su amor por la Eucaristía
Para Fray Leopoldo, la Eucaristía lo era todo. Su jornada comenzaba con la misa y se sostenía con constantes visitas al Sagrario. Allí encontraba la fuerza para su servicio callado, su paciencia inagotable y su ternura hacia los pobres y enfermos. Su fe eucarística no era abstracta, sino encarnada: lo que recibía del altar, lo devolvía al mundo en forma de caridad, humildad y compasión. Su vida entera fue una prolongación del gesto de Jesús que se parte y se entrega.
El pan que da sentido al camino
En medio de las dificultades de la vida, muchas veces sentimos que nos falta el aliento, que el cansancio y las preocupaciones nos superan. En esos momentos, la Eucaristía se convierte en pan para el alma, en consuelo y compañía. Por eso, hoy repetimos con fe:
“Señor, dame el pan cotidiano para ir adelante. Señor, sáciame con tu presencia.”
Este pan no sólo fortalece: transforma. Quien lo recibe con fe, no puede seguir siendo el mismo. Se convierte también en pan para otros, en alivio, en ternura, en justicia, en perdón.
Una procesión que atraviesa el alma
El Corpus Christi es también una fiesta de calle, de comunidad, de luz y flores. Es Jesús que sale a nuestro encuentro, que quiere caminar nuestras plazas y avenidas, que bendice la historia concreta de cada uno. Fray Leopoldo, si hubiera vivido este día entre nosotros, lo habría esperado con los ojos iluminados, y habría rezado en silencio por todos los que sufrimos, llevándonos espiritualmente ante el paso del Santísimo.
Oración final
Señor Jesús,
Pan vivo bajado del cielo,
quédate con nosotros,
camina con nosotros,
aliméntanos con tu presencia.
Que como Fray Leopoldo,
sepamos encontrarte en la Eucaristía
y también en el rostro del pobre,
del enfermo, del hermano que sufre.
Haznos pan partido para el mundo.
Amén.
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