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Un camino humilde hacia la santidad. Página del Vicepostulador de la Causa de Fray Leopoldo
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El H. Alfonso Ramírez Peralbo, Vicepostulador, en el XVIII Encuentro de la Asociación Francisco de Asís de los Antiguos Alumnos del Seminario Seráfico de los HH.MM. Capuchinos de Andalucía
Ciclo San Francisco de Asís en nuestros días
Dentro de los Actos de la Asamblea y enmarcada en el “CICLO SAN FRANCISCO DE ASÍS EN NUESTROS DÍAS”, el P. Alfonso Ramírez Peralbo, nos dictó una Conferencia sobre “Documentación y Proceso para una Causa de Beatificación y Canonización”.
Como se sabe, el P. Alfonso es el máximo experto en la comunidad capuchina de España sobre este tipo de procesos, además de ser el Vicepostulador de varias causas, entre ellas, la de Beatificación y Canonización de nuestro Beato Fray Leopoldo de Alpandeire.
Para ubicarnos acerca de la figura del P. Alfonso se proyectó un video en el que se resaltan sus actividades y funciones con Vicepostulador dentro de la comunidad capuchina.
A continuación, El Presidente de la Asociación hizo entrega al P. Alfonso, como muestra de admiración y agradecimiento por toda su labor de gestión como Vicepostulador, de una Escultura, emblema de plata de la Asociación y obsequio.
Acto seguido, tomó la palabra el P. Alfonso para exponernos con todo lujo de detalles los “Pasos necesarios para afrontar una Causa en el Dicasterio de los Santos”.
(A continuación, os ofrecemos un extracto de dicha Conferencia)
Para abrir una Causa de Beatificación- Canonización, tienen que haber transcurrido 5 años de la muerte del Siervo/a de Dios, (a no ser que el Papa dispense de ese tiempo como sucedió en la Causa de Juan Pablo II, o Madre Teresa de Calcuta) y que haya gozado en vida de fama de santidad. A continuación, el Actor -que es el Organismo o Entidad que promueve la Causa y que corre con los gastos de la misma- nombra a un Postulador que pide al Obispo, en nombre del Actor de la Causa, la Apertura del Proceso en su fase diocesana.
El Obispo nombra a un Tribunal, con el Juez Delegado, que preside todas las sesiones, en nombre del Obispo Diocesano. Además, se nombra una Comisión Teológica, formada por 2 teólogos que estudian los escritos del Siervo/a de Dios, por si en ellos existe algún error contra la fe. Y también se nombra una Comisión Histórica (formada por historiadores) que revisan Archivos o bibliotecas donde pueda encontrarse material relativo al Siervo/a de Dios.
En la petición del Postulador se incluye un interrogatorio completo de la vida del candidato/a a los altares. Y un número de Testigos, no inferior a 13, que serán interrogados por el Tribunal. Cuando todo este trabajo está consumado, entre los que han llevado el peso del Proceso, se nombra una pequeña Comisión para las Sesiones de Cotejo, que revisa todo el material y corrige los posibles errores que se hayan encontrado. Culminado este proceso, se le presenta al Obispo el trabajo terminado para que ponga fecha a la Clausura del Proceso diocesano. En esta Sesión de Clausura del Proceso, juran y firman, todos los miembros del Tribunal. Los teólogos y los historiadores entregan, en su día, su trabajo que se incluye al resto del material. En la Sesión de Clausura, se sellan y lacran las cajas con la documentación completa y se nombra a un Portador, que, oficialmente, lleva la Causa a Roma.
Allí se nombra un Postulador diferente para el trabajo de la Causa en la fase romana.
Este Postulador pide a la Congregación de los Santos la Apertura oficial del Proceso en Roma, presenta su nombramiento, que es aceptado. Se procede a la Apertura oficial de la Causa en Roma; se divide la Causa en tomos de 250 pp. o 300 y se envían a la imprenta para ser encuadernadas. Devuelta la Causa encuadernada a la Congregación, se estudia la Validez del Proceso (si todo ha procedido conforme a Derecho); si el Decreto de Validez es afirmativo, se pide seguidamente el nombramiento de un Relator, que es el que dirige el trabajo hasta concluir en los volúmenes rojos que se expusieron en la Conferencia.
Si la Causa es antigua, la estudian primero 5 historiadores, cuyas redacciones se añaden al al final del volumen del Proceso, encuadernado en rústica. Si la Causa es cercana en el tiempo va directamente al estudio del Congreso de los teólogos.
Finalmente, si pasa con éxito el Congreso de los teólogos, en el paso siguiente la estudian los Cardenales y Obispos, pasando finalmente al Papa que firma la Beatificación o Canonización.
Para abrir una Causa de Beatificación- Canonización, tienen que haber transcurrido 5 años de la muerte del Siervo/a de Dios, y que haya gozado en vida de fama de santidad.
A continuación, el Actor -que es el Organismo o Entidad que promueve la Causa y que corre con los gastos de la misma- nombra a un Postulador que pide al Obispo, en nombre del Actor de la Causa, la Apertura del Proceso en su fase diocesana.
El Obispo nombra a un Tribunal, con el Juez Delegado, que preside todas las sesiones, en nombre del Obispo Diocesano. Además, se nombra una Comisión Teológica, formada por 2 teólogos que estudian los escritos del Siervo/a de Dios, por si en ellos existe algún error contra la fe. Y también se nombra una Comisión Histórica (formada por historiadores) que revisan Archivos o bibliotecas donde pueda encontrarse material relativo al Siervo/a de Dios.
En la petición del Postulador se incluye un interrogatorio completo de la vida del candidato/a a los altares. Y un número de Testigos que serán interrogados por el Tribunal. Cuando todo este trabajo está consumado, entre los que han llevado el peso del Proceso, se nombra una pequeña Comisión para las Sesiones de Cotejo, que revisa todo el material y corrige los posibles errores que se hayan encontrado. Culminado este proceso, se le presenta al Obispo el trabajo terminado para que ponga fecha a la Clausura del Proceso diocesano. En esta Sesión de Clausura del Proceso, juran y firman, todos los miembros del Tribunal. Los teólogos y los historiadores entregan, en su día, su trabajo que se incluye al resto del material. En la Sesión de Clausura, se sellan y lacran las cajas con la documentación completa y se nombra a un Portador, que, oficialmente, lleva la Causa a Roma.
Allí se nombra un Postulador diferente para el trabajo de la Causa en la fase romana.
Este Postulador pide a la Congregación de los Santos la Apertura oficial del Proceso en Roma, presenta su nombramiento, que es aceptado. Se procede a la Apertura oficial de la Causa en Roma; se divide la Causa en tomos de 250 pp. o 300 y se envían a la imprenta para ser encuadernadas. Devuelta la Causa encuadernada a la Congregación, se estudia la Validez del Proceso (si todo ha procedido conforme a Derecho); si el Decreto de Validez es afirmativo, se pide seguidamente el nombramiento de un Relator, que es el que dirige el trabajo hasta concluir en los volúmenes rojos que se expusieron en la Conferencia.
Si la Causa es antigua, la estudian primero 5 historiadores, cuyas redacciones se añaden al al final del volumen del Proceso, encuadernado en rústica. Si la Causa es cercana en el tiempo va directamente al estudio del Congreso de los teólogos.
Finalmente, si pasa con éxito el Congreso de los teólogos, en el paso siguiente la estudian los Cardenales y Obispos, pasando finalmente al Papa que firma la Beatificación o Canonización.
La huella de los Padres Capuchinos en tu vida
A continuación, y dentro del apartado LA HUELLA DE LOS PADRES CAPUCHINOS EN TU VIDA, la Asociación decidió que el reconocimiento de este año recayera sobre nuestro querido P. Francisco Luzón Garrido, capuchino de “pro”, persona discreta, humilde, solidaria y sincera. Él, ha desarrollado cargos importantes dentro de la Orden, como Ministro Provincial de la Orden en Andalucía, Vicario Provincial de la Provincia Capuchina de España. Misionero en Guatemala, y otros muchos cargos de responsabilidad, e incluso, colaborador del museo histórico de su pueblo natal de Cogollos Vega (Granada).
Homenaje al P. Francisco Luzón
A continuación, El Presidente de la Asociación hizo entrega, como muestra de admiración y agradecimiento a nuestro querido P. Francisco de una escultura, emblema de plata de la asociación y obsequio.
A ello contestó el P. Francisco, muy emocionado, agradeciendo el homenaje y resaltando sobre todo que el valor de nuestro esfuerzo y dedicación resulta significativo, sobre todo cuando se enmarca dentro de un equipo de personas con las mismas motivaciones que son las que le dan sentido a todo proyecto social, religioso y de evangelización. Ese ha sido siempre su principal
objetivo y es el que ha dirigido toda su vida religiosa.
A continuación, pidió la palabra nuestro compañero Ildefonso de C., para recitar un poema con especial dedicación al P. Alfonso Ramírez.
Este poema surgió a raiz de leer una noticia periodística. Decía así:
"Antonio M.R., un niño de dos años, encontrado muerto en su casa por desnutrición y malos tratos. Sus padres denunciaron en falso diciendo que le habían pegado una paliza en la calle".
REQUIEM POR UN DESAMOR
Sólo tenía dos años, tan sólo dos añitos. Solamente dos años apenas estrenados.
Y se ha marchado ya, sin duelos y sin ritos,
sin gargantas sangrando ni nervios desatados.
Traía la mortaja debajo de las alas.
Su vuelo de paloma, ¡qué pronto fue abatido! No brillaron cuchillos ni silbaron las balas,
lo abatió el desamor con que fue recibido.
No llegó a conocer ni caricias ni besos,
ni quizás le enseñaron a decir "mamaíta". Solo pudo aprender en su carne y sus huesos una voz que amenaza y otra voz que le grita.
¿Quién se asomó a tu cuarto para ver si dormías?
¿Quién tu cuna velaba remetiendo tu ropa?
¿Quién te dejó pasar tantas horas y días mordiéndote tus puños vacíos en la boca?
Nadie tuviste al lado pendiente de tus quejas, no hubo nadie mirando tus ojos asustados.
Has muerto en una cuna como entre cuatro rejas y cubierto de olvido por los cuatro costados.
A tus dos años, hijo, ¿qué te llevas de bueno? Qué te ha dado este mundo de lobos y de hienas? Pensarás que esta vida sólo es barro y es cieno, desamor, abandono...y tristezas...y penas.
Antonio, pequeñito, me duele tu partida.
¿Qué culpa tenías tú de tanta mala suerte? No quisieron que fueras un brote de la vida y acabaste por ser un fruto de la muerte.
Por los niños que mueren siento dolor profundo. A los niños que sufren les suplico esperanza.
Antoñín se ha marchado espantado del mundo. Descansa en paz, pequeño. Por lo menos, descansa. Ildefonso de C.
Con la lectura de este poema concluyó la Asamblea del Encuentro de este año, celebrada en el recibidor del Convento Capuchino de la Divina Pastora de Sevilla.
Posteriormente asistimos a la celebración de la EUCARISTÍA, y a continuación nos hicimos la FOTO DE GRUPO delante de la puerta principal de la Iglesia del Convento.
Y concluyó el Encuentro con un Almuerzo de convivencia y hermandad que nos dejó satisfechos y dispuestos a repetir el próximo año en Córdoba.
Muchas gracias a todos por vuestra asistencia y participación.
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