Fray Leopoldo De Alpandeire

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martes 02 de septiembre de 2025

Martes Ordinario 22ª Semana 2ª de Salterio

Día de San Antolín, Beato Apolinar de Posat (M)
Tiempo ordinario

Textos

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba, pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente.

Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis. 

R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/.

Espero goza de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Y bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

Jesús comienza su “obra” evangelizadora. Predica y realiza el Reino, y lo hace con credibilidad y autoridad.  No es irrelevante el espacio que elige para su primer signo -la sinagoga-, el lugar de la comunidad, y el sujeto  receptor -un hombre poseído por el espíritu del mal-. Él vino a propiciar una liberación integral, que comienza por la liberación de los “malos espíritus” que esclavizan al hombre. “¿Qué tiene su palabra?”. Una pregunta fundamental y que espera respuestas experienciadas. Se trata de una palabra viva y eficaz; compasiva, libre y liberadora. La palabra de Jesús es la revelación de Dios. ¿Es así para nosotros?, ¿nos abrimos a ella?, ¿la empañamos con nuestras rutinas?, ¿la anulamos con nuestras tradiciones? Jesús fascina, impresiona ¿también a nosotros?